La Reserva Federal recortó ayer su tasa de política monetaria en 25 puntos básicos, al rango 425-450 bps (4.25% - 4.5%). El recorte de tasas era un hecho esperado por el mercado, pero la sorpresa llegó con el lenguaje utilizado por la FED. El comunicado y las declaraciones de Powell, su presidente, mostraron una postura más cautelosa de lo previsto, lo que contrasta con lo que se esperaría de un recorte y que se conoce como un 'Hawkish Cut', o recorte con lenguaje de política monetaria restrictiva.
Un poco de retrospectiva
Tres meses atrás, la FED comenzó su ciclo bajista de tasas de manera muy agresiva, con un recorte inicial de 50 bps. Estos niveles de recortes tan agresivos son propios de una crisis de empleo, algo que no se observaba en los datos económicos. El mensaje que intentó dar la FED, creemos, es que la inflación era un tema del pasado, y si bien el empleo no había retrocedido, la política monetaria era demasiado restrictiva y podía terminar dañando el nivel de trabajos. Por diseño, el organismo tiende a subir o recortar las tasas de interés por demás (“better over than under”, es el axioma que siempre utilizan). Recordemos que desde al año 1977, la FED tiene mandato dual, debe ocuparse tanto de la inflación como del empleo.
En la superficie, el mercado tomó esta baja de tasas como algo positivo. Pero ahondando un poco más, el mercado de bonos contaba una historia distinta. El precio de los bonos americanos a 10 años cayó prácticamente de manera ininterrumpida desde el agresivo recorte, elevando los rendimientos de los mismos desde 3.6% hasta 4.5% al día de ayer. Esto es lo contrario a lo que se esperaría en el ambiente de caída de la inflación que la FED intentó mostrar a partir de ese gran recorte de tasas.
El mercado de bonos comenzó a desconfiar de la estrategia del Banco Central, casi como “oliendo sangre en el agua”. Podemos inferir por el comportamiento de los bonos americanos a 10 años que el smart money estaba interpretando lo hecho por la FED como un error en el diagnóstico de la política monetaria. Hay vastos ejemplos de “policy mistake” en las últimas décadas, siendo el último gran error la subestimación de la inflación 2021-2022, cuando una lenta respuesta por parte del organismo resultó en una suba generalizada en el nivel de precios.
Mercados
La FED no es para nada ajena a las respuestas de los mercados ante sus políticas, y lo sucedido ayer indica que el banco central terminó convalidando lo observado por el mercado de bonos.
Desde el recorte de 50 bps de septiembre, prácticamente todos los datos de inflación sorprendieron al alza, poniendo en jaque el ciclo bajista de tasas. En el comunicado de ayer, la FED elevó la previsión de inflación desde el 2.1% al 2.5%, y también se elevó el target rate (el piso en en largo plazo para las tasas) desde el 2.5% al 3%. Uno de los miembros del comité incluso llegó a votar por mantener las tasas de interés. En la conferencia de prensa, Powell admitió que varios de los miembros del comité vieron su voto influido por las elecciones, infiriendo que la política económica de Trump va a resultar inflacionaria, dada la muy probable expansión del déficit fiscal.
Todo esto terminó asustando a los mercados, que esperaban varios recortes más de tasas en 2025 dada la posible resolución del problema inflacionario que azotó a EEUU desde 2022. El delicado balance de inflación y empleo que la FED está obligada a intentar cumplir volvió a inclinarse hacia el lado de la inflación, poniendo al empleo en un lugar secundario.
Perspectiva futura
Los pasos futuros son inciertos, siendo los próximos pasos de la FED dependientes de los datos que vaya recibiendo a partir de ahora. Es probable que la incertidumbre dure meses o incluso años, dado el lag que las políticas de Trump tendrán en la economía. Los mercados detestan la incertidumbre, y será un arduo trabajo el que tendrá Powell delante suyo para recuperar la confianza de los mismos.